La conga de Carmen Martínez Bordiú

El poder de convocatoria de Carmen Martínez Bordiú sigue siendo, pese a que últimamente no se convierta en anfitriona muy a menudo, tan impresionante como lo era hace años. La nieta de Franco, ahora comentarista y crítica de los 'aspirantes' a bailarines del concurso ‘Más que baile’, tiene tiempo además para presentar un mojito de orujo y organizar una fiesta con todos su amigos.

 

Mientras otros invitan a una cena y sientan a todo el mundo, entrando en crisis a la hora de organizar las mesas y a los invitados, Carmen deja actuar al libre albedrío. Con una orquesta, camareros con mojitos y unos cuantos canapés, la gente se lo pasa divinamente, debió pensar Carmencita al organizar el evento, y acertó.

 

Los bailarines del programa antes conocido como ‘Mira quien baila’, lo dieron todo junto a los invitados. Desde la gimnasta Estela Jiménez, a quien Carmen presentaba orgullosa diciendo: “Ella es la ganadora de mi edición”, hasta la mismísima Carmen Lomana -novio incluido- pasando por la elegantísima Paquita Torres, Toñi Salazar, Nieves Herrero, todos estuvieron allí para probar el mejunje que resultó del gusto de la mayoría. 

 

Álvaro Muñoz Escassi, apareció tarde, pero se dejó ver. Y eso pese al orzuelo que lucía en el ojo, a causa del cual no quiso ponerse ante las cámaras, y a que media hora después estaría en la fiesta Flower Power que había en la discoteca Pacha de Madrid.

 

Tanto gustó el ambiente, que muchos se arrancaron a bailar. Carmen la primera, acompañada por el famoso bailarín con el que tan bien se lleva. Después llegó José Campos, para marcarse unos pasos con su mujer encima del escenario, sacándola de paso de los brazos de su amigo con una sonrisa. “Un, dos, tres, un, dos, tres” le decía Carmen a su marido intentando enseñarle parte de lo que ella aprendió durante el concurso.

 

Lomana y Tania Llasera se animaron a dar unos cuantos pasos con bastante gracia. Pero hubo quien, entre tanto profesional y semiprofesional, no se atrevió a intentarlo y desentonar. Otros, perdida la vergüenza después de haber probado el mojito, pensaron que, aunque bailar no era lo suyo, el invento de la Bordiu bien valía una conga.

 

Dicho y hecho. Un grupo de periodistas aceptó el reto. Se dispusieron en fila india y aunque consiguieron estirar la conga y lograr algún acólito, no demasiados se unieron a la intentona. Eso sí, los invitados tentados a unirse que rechazaban la oferta se echaban una buena carcajada. Carmen, mientras tanto, prefirió seguir demostrando que, para esto del baile, ella ya ha subido de categoría y la conga no tiene tanto glamour como el chachachá.