La condesa de Romanones, una aristócrata motorizada

Nunca es tarde si la dicha es buena, dice un refrán. Y así lo ha tomado por norma la condesa de Romanones, que no sólo acostumbra a contar sus aventuras de aquella época en la que formaba parte del servicio secreto estadounidense y a acudir a fiestas de la jet set; también conduce sus propios automóviles.

A sus 87 años, Aline Griffith, viuda del marqués de Quintanilla, sigue siendo una mujer de bandera, por eso a nadie le sorprendió que el pasado lunes acudiera a la presentación de la nueva colección de joyas de Bvlgari acompañada de su chófer, pero conduciendo ella el vehículo. La condesa parece estar en plena forma al volante si exceptuamos un pequeño desliz con el freno de mano, cuya única consecuencia fue una carrera que el chófer tuvo que darse al lado del vehículo.

Con su particular estilo y su eterno y característico peinado, la condesa cumplió con la agenda social, sonrió y después hizo mutis por el foro. Después de un traspie en la escalera de la galería Metta y un golpe, se despidió de los invitados que asistían al evento, y su conductor volvía a traer el vehículo hasta la puerta.

Nuevamente, y desoyendo los consejos de alguno de sus amigos, se volvió a poner al volante. Genio y figura, y si no que se lo digan a los agentes que la entrenaron y le enseñaron a defenderse con un cuchillo, o a su marido, que, según se comenta, descubrió que ella era un agente secreto de la Cía en plena noche de bodas.