Michelle no quiere ser una chica Interviú

Michelle Obama, Micaela para muchos, sembró la discordia en su propio país a raíz de las vacaciones a tutti plein, que disfrutó junto a un grupo de 40 amigos y su hija, la pequeña y carismática Sasha, en la costa andaluza. Mientras los malagueños quisieron ver en ella la personificación inversa de Atila, sembrando la bonanza económica a su paso, los estadounidenses la ubicaron como la propia reina de los hunos, a tenor de lo que ocurría con las arcas del Estado.

Un apelativo y un sentir general que ha desaparecido de un plumazo de la opinión pública al comprobar el destino de las vacaciones familiares junto a su marido: el Golfo de México, la zona afectada por un importante vertido de fuel.

La simbólica fotografía de Obama junto a Sasha dándose un chapuzón, aún consciente de que no posee el mismo abdomen de Aznar, ya ha dado la vuelta al mundo y muchos en España se preguntan porque Sasha se bañó más sola que la una en Estepona, y se lamentan de la ausencia del presidente americano en las vacaciones privadas de la familia. El papel de Michelle es el más misterioso de todos. No se bañó en Marbella ni tampoco lo hizo en el Golfo de México. ¿Miedo al análisis exhaustivo de su fisonomía por parte de revista y periódicos?

Vayan las buenas intenciones por delante del presidente en un apoyo total y absoluto al crecimiento económico de la zona, la pregunta ‘¿por qué la Chaila sí y mi Chayo no?’, al respecto de una supuesta mano negra que estaría influyendo en el destino musical de la sobrina de Rocío Jurado, está siendo aplicada ahora la ausencia de baño por parte de Michelle y los Obama en Estepona. ¿Por qué no quiso darse un chapuzón para gozo de los fotógrafos y los turistas? Está claro que no hay tanto en juego, pero hubiese sido todo un detalle, aunque la primera dama debió pensar como las chicas que salen en Interviú. Y es cierto, ella puede hacer con su cuerpo lo que quiera, sin olvidarse de que los Obama no son las novias despechadas de Paquirrín.