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Belén Esteban, en una corrida de Jesulín
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Belén Esteban, en una corrida de Jesulín

El problema de tener un pasado -todos lo tenemos, hasta la misma princesa de Asturias- y episodios de los que el amor y el orgullo propio

Foto: Belén Esteban, en una corrida de Jesulín
Belén Esteban, en una corrida de Jesulín

El problema de tener un pasado -todos lo tenemos, hasta la misma princesa de Asturias- y episodios de los que el amor y el orgullo propio huyen como lo hace cada vez que Paquirrín entra en una biblioteca es que cuando se consigue reconducir la vida y ajustar los horizonte vitales hay ocasiones en las que el pasado vuelve y te juega, en este caso, una mala ‘corrida’.

A pesar de que cortó tres orejas y salió por la puerta grande, Jesulín de Ubrique vivió su tarde más complicada de los últimos tiempos el martes en Cantalejo, Segovia.

Que nada más comenzar el festejo, en vez de un pasodoble el hilo musical fuera el célebre toa, toa, no debió de hacerle ni pizca de gracia al diestro que abandonó la industria musical y los lanzamientos de sujetadores por el retiro espiritual a lo Preysler en Ambiciones, la finca de la que partió Belén Esteban y a la que llegó Beatriz Trapote, a la que tachan de ser el topo familiar, como el que destapa el pastel cada vez que los príncipes o cualquier miembro de la Primera Familia se van de vacaciones “privadas” y pagadas por todos los españoles.

Pero el culmen de su actuación en el coso llegó cuando, en la triunfal vuelta al ruedo, tuvo que brindar las tres orejas que consiguió a una parte del público, donde se encontraba un nutrido grupo de asistentes que portaban una pancarta que rezaba: “Arriba la Esteban. ¿M’entiendes?”.

El papá de Andreíta se quedó sin palabras, tal vez un poco abochornado, y se propuso batir en duelo al mismísimo Usain Bolt en la salida a hombros de la plaza. Rápido como el viento, por aquello de no darle tres cuartos al pregonero.
 

El problema de tener un pasado -todos lo tenemos, hasta la misma princesa de Asturias- y episodios de los que el amor y el orgullo propio huyen como lo hace cada vez que Paquirrín entra en una biblioteca es que cuando se consigue reconducir la vida y ajustar los horizonte vitales hay ocasiones en las que el pasado vuelve y te juega, en este caso, una mala ‘corrida’.