Belén Esteban y su alcázar particular

Antes que ella, Astérix, Obélix y el resto de galos levantaron su propia empalizada para preservar su vida de los malvados romanos. Siglos después, Isabel Preysler también alzó el muro de su casa varios metros. En este caso, tenía que ver con vendettas familiares. Al otro lado, vivía la ex cuñada de Miguel Boyer, que no estaba muy de acuerdo con que la reina del baldosín no respetara el retranqueo.

La historia oficial y oficiosa esta llena de estas decisiones unilaterales que sirven para protegerse y esconderse del enemigo o salvaguardar los secretos. Y Belén Esteban, el icono mediático del último año, no iba a ser menos: ha puesto una muralla entre su vida y el mundo.

Dicen que, cansada de no poder subir las persianas y abrir las ventanas del adosado por la presencia de reporteros con cámara, sin cámara, de vecinos curiosos con sus móviles a cuestas o con cualquier artilugio que sirva para dejar constancia de cómo funciona el castillo de la princesa del pueblo por dentro, tomó la drástica decisión de amurallarse. Llamó a los operarios de una empresa que, raudos y veloces, han cumplido con el objetivo, colocando unas vallas que impiden la visión. Por ahora: sin novedad en el Alcázar.

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