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El ministro, con dos escoltas en los urinarios del circo
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El ministro, con dos escoltas en los urinarios del circo

Por ‘mil guerras de corbatas’ que Miguel Sebastián, ministro de Industria, Comercio y Turismo, libre contra Zapatero en pro del ahorro energético, de lo que no

Foto: El ministro, con dos escoltas en los urinarios del circo
El ministro, con dos escoltas en los urinarios del circo

Por ‘mil guerras de corbatas’ que Miguel Sebastián, ministro de Industria, Comercio y Turismo, libre contra Zapatero en pro del ahorro energético, de lo que no se va a poder deshacer con facilidad es de los escoltas que siguen sus pasos sin descanso y le acompañan a toda hora y a todo lugar.

Por lo menos, hasta que termine la legislatura. Hasta en los urinarios públicos, dos miembros de seguridad siempre escudan fielmente al ministro y, si la ocasión lo requiere, intermedian en las llamadas conversaciones de retrete, en el caso de que el ‘vecino’ en cuestión sea potencialmente peligroso. En ese tipo de situaciones no hay mucho tiempo que perder y urdir un plan para deshacerse del individuo no puede tomar tanto tiempo con el rapto de las sabinas. Esto es una realidad muy común en la vida de los ministros. Y también en la de los escoltas.

Los ciudadanos de a pie que respetaban la larga cola ayer por la noche, para entrar al poliklin instalado en la parca del Circo del Sol en Casa de Campo pudieron comprobarlo de primera mano. Nadie daba crédito a que un ministro, el mismísimo ministro, estuviera en el urinario anexo y que lo escoltas no le quitaran ojo en ningún momento y bajo ningún concepto. Ni a él, ni a nadie, como es obvio.

Pero, aunque suene a incordio e incluso a incorrección escatológica, Sebastián no fue el único que contaba con un importante despliegue de medios para pasar una tarde de circo: Francisco Caamaño, quizá el más desconocido del Ejecutivo junto a la extinta Corredor, también estuvo acompañado en todo momento por dos escoltas que, a diferencia del caso de los Príncipes que cuando disfrutan de actividades lúdicas visten de paisano, iban trajeados, raya diplomática fina, pinganillo y una acreditación rojo pasión.

Sebastián ejercía de señor cercano y más abierto que Caamaño. También mucho más popular. Tiene mucho menos miedo y respeto a las prensa que el titular de Justicia por lo que no le importa realizar declaraciones a Vuélveme Loca, Sé lo que hicisteis o El Mundo. “No vengo a hacer el payaso, porque ya lo hacemos bastante todos los días”, o algo parecido dijo. Sin embargo, Caamaño siempre es mucho más comedido y formal. “Venimos para apoyar el circo”, que aunque suene a obviedad, en boca de ministro siempre queda perfecto, como anillo al dedo.

Nada más terminar el espectáculo circense, que dura aproximadamente dos horas, cada cual se fue con el coche oficial y su pléyade de bodyguards a descansar a casa. Posiblemente, al llegar el fin de semana, los mismos que visten de traje y ensanchan espalda, se hagan pasar por chicos jóvenes en edad de merecer para tomar unas cañas o unos mojitos, como los que le gustan a Bibiana Aído, junto a los jefes. Sin tampoco perderles de vista. Porque hasta la mismísima Leire Pajín le gusta coger el coche el fin de semana y perderse por la sierra.

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