La especialidad culinaria de Tamara Falcó

No se mudó al barrio de Salamanca, como “la mayoría de gente imaginó”, sino que fue un piso de 120 metros cuadrados en el Madrid de los Austrias el que animó a Tamara Falcó a querer independizarse cuando rozaba la treintena.

Ha pasado un año desde esa admirable decisión y aunque estos meses han tenido sus más y sus menos (inició y finalizó una relación con su compañero de piso, Tommaso Musini) puede gritar a los cuatro vientos que el experimento de vivir lejos de los brazos maternos ha funcionado a las mil maravillas. “Por ahora todo va fenomenal”, indicó sonriente a Vanitatis. 

Pero lo que menos imaginó al irse a vivir sola es que el tema culinario y decidir qué comer cada día sería su auténtico talón de Aquiles. “Empecé completamente a cero pero ahora suelo cocinar mucho más”, confesó a este medio. “Mi plato estrella son los sándwiches”. Ni la pasta, ni los platos precocinados, lo que realmente se le da bien a Falcó son aquellos emparedados que un conde británico creó en el siglo XVIII.

Sin embargo, su nuevo trabajo, en el que será su propia jefa, está muy alejado de los fogones, para alivio de muchos. La hija de Isabel Preysler no se encargará de cocinar sino de coordinar, que es lo que verdaderamente se le da bien.

A partir de esta primavera, Tamara Falcó comenzará a organizar eventos múltiples en el palacio del siglo XIX que su padre, Carlos Falcó, marqués de Griñón, posee en Aldea del Fresno, cerca de Madrid. De ese modo, seguirá habiendo un único electrodoméstico que no se le resista: la sandwichera.