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Las mujeres mentimos cuando hablamos de sexo
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Receca Royo Ortiz

El Eroticón

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Las mujeres mentimos cuando hablamos de sexo

He vuelto. Ustedes ya me conocen, aunque nunca me han visto ni he contado nada sobre mis propias experiencias. He escrito muchas otras veces y he

He vuelto. Ustedes ya me conocen, aunque nunca me han visto ni he contado nada sobre mis propias experiencias. He escrito muchas otras veces y he sido muchas personas distintas siendo sólo yo: la sumisa, la tranquila, la protectora y la desenfrenada. Una retoma esto de darle a la tecla desorientada, pero con ganas de contarle a los demás cómo nos movemos entre las sábanas.

Esa sensación de desorientación se da también en las relaciones de pareja, entre las que se incluyen –a no ser que uno las obvie ex profeso- las relaciones sexuales. Esta vuelta al teclado supone también para mí, a mis 35 años, una vuelta a la vida erótica, a la búsqueda de las ganas de contar, de recoger historias y de hablarles de lo humano aunque, a veces, algún que otro homo sapiens –u homo erectus, que también los hay en estos tiempos que corren- sea casi divino.

En esta vuelta al mercado periodístico y sexual uno se pregunta cómo volver a empezar. Comienza por buscarse el atractivo a una misma y por buscárselo a los demás que, aunque parezca fácil, no lo es tanto. Quizá por eso, mostremos tanto interés por los resultados de las encuestas que intentan reflejar -con más o menos éxito- cómo somos en realidad. Como si no lo supiéramos o tuviéramos que comprobar nuestras rarezas y normalidades en el espejo de la sociedad.

Si atendemos a este hecho, según los datos de FHM, a grandes rasgos, un 38% de las 4.000 mujeres encuestadas piensan en sexo entre tres y cinco veces al día y un 30% ven pornografía dos ocasiones al mes. Muchos hombres recurren a diario a la masturbación, pero para las mujeres sigue siendo, a día de hoy, un tabú.

Provocarse placer a uno mismo, un secreto poco fácil de confesar

Como ya les conté hace unos meses, yo también hice mi propia encuesta entre mis conocidas y la mitad de ellas no me respondieron. Me sorprendió, o quizá no tanto, que las casadas fueran quienes más confesaban hacerlo, pero… ¿qué sucede cuando uno se encuentra en una etapa de transición entre una relación y otra?

Algunas prefieren la inestimable figura del llamado follamigo, aunque otras recurren a la masturbación, sea por sí mismas o mediante algún juguete sexual. Entre los resultados de FHM, un 49% aseguraba no utilizar un juguete, frente al 53% restante que se reparte entre las preferencias: desde el consolador hasta el vibrador –no, no son lo mismo- pasando por las bolas anales.

Aunque algunas optan por la soltería y las relaciones esporádicas, otras intentan volver a entrar en ese circuito cerrado de las relaciones de pareja. Comentaba una de esas mujeres que forman parte del quórum de sabias con el que consulto todos los temas sexuales en petit comité que, a medida que pasan los años, una se vuelve más exigente con las parejas futuribles. Pero ya no sólo pedimos en la vida afectiva, también en la sexual.

Quizá no andaba desencaminada, ya que muchas mujeres prefieren a un hombre con experiencia a la hora de meterse en la cama, eso sí, sin pasarse: un 41% de las encuestadas considera que un número de entre una y cinco mujeres es el ideal para que un hombre siente la cabeza. No sólo eso, un 28% piden una media de 20 minutos de coito antes de llegar al clímax.

De hombres, mujeres y segundas oportunidades

Cuando una vuelve a dejarse someter por ese impulso primitivo de la conquista, la elección y la cópula se encuentra con distintas afirmaciones que son de conocimiento general. Entre ellas está el falso mito de que los únicos que pueden hacer que una relación sexual sea un desastre son los hombres –algo que es, para nosotras, jugar con ventaja-, pero también está el de no volver a repetir cuando lo cosa ha salido mal.

Tranquilos, para aquellos que quieran mejorar un encuentro íntimo catastrófico aún hay solución: un 83% repetirían porque “la primera vez siempre es algo incómodo”. Si son de fibra sensible y no quieren que les minen la autoestima, tengan cuidado para no encontrarse con ese 19% que se largaría corriendo o recurriría a los tópicos: “Ya hablamos” o “ya te llamaré”, entonces sí que no habrá piedad y la rueda volverá a jugar aunque, quién sabe, quizá sea mejor que a uno le den la oportunidad de buscar en otro lado para empezar de cero.

De todos modos, lo más probable es que los datos de la encuesta no se acerquen para nada a la realidad. Como sucede con la masturbación, muchas mentimos cuando hablamos de nuestras relaciones sexuales fuera de ese círculo de sabias. Aunque me atrevería asegurar que algunas también lo hacen dentro de él.  

He vuelto. Ustedes ya me conocen, aunque nunca me han visto ni he contado nada sobre mis propias experiencias. He escrito muchas otras veces y he sido muchas personas distintas siendo sólo yo: la sumisa, la tranquila, la protectora y la desenfrenada. Una retoma esto de darle a la tecla desorientada, pero con ganas de contarle a los demás cómo nos movemos entre las sábanas.