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Cuando trescientos orgasmos diarios no resultan placenteros
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Receca Royo Ortiz

El Eroticón

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Cuando trescientos orgasmos diarios no resultan placenteros

¿Se imaginan tener 250 orgasmos en un solo día? Pues, por raro que parezca, conozco a una mujer a la que le sucede, o al menos eso

¿Se imaginan tener 250 orgasmos en un solo día? Pues, por raro que parezca, conozco a una mujer a la que le sucede, o al menos eso dice ella y habrá que creerla viendo lo que rodea su caso en concreto. Antes de que se lo planteen, no, no soy yo, y lejos de tener su gracia o resultar placentero, es, según comentan algunas de las pocas mujeres que padecen el llamado PSAS (Persistent Sexual Arousal Síndrome o Síndrome de Excitación Permanente), una verdadera tortura.

La vida tiene estas incoherencias. Mientras algunas de las integrantes de ese quórum de sabias que me rodean fingen los orgasmos para no disgustar a su acompañante, otras tienen que simular no tenerlos o al menos no parecer excitadas en cualquier momento y situación del día. Alguno que otro le buscará la parte divertida, pero imagínense estar permanentemente excitado y no poder hacer nada para remediarlo.

Según los datos, esta rarísima dolencia afecta a muy pocas mujeres y se caracteriza por una excesiva sensibilidad en la parte genital –con o sin orgasmo, aunque algunas de ellas los tienen sin poder controlarlo- que no desaparece. Ni abstrayendo la mente, ni llegando al clímax. Recientes estudios recogidos en el Journal of sexual medicine aseguran que podría estar relacionado con el síndrome de las piernas inquietas y suele afectar a mujeres que ya han pasado por la menopausia, aunque por el momento se desconoce cuáles son, a ciencia cierta, las causas que lo originan.

Al margen de estudios, la vida diaria de estas mujeres no resulta sencilla, puesto que lo que para otros es placer para ellas deja de serlo y se convierte en un obstáculo para disfrutar de las relaciones de pareja. Incluso la masturbación deja de ser satisfactoria. A este punto, y volviendo al tema que nos ocupaba la semana pasada, he de hacer un inciso para dar la razón a quien aseguraba que los vibradores tal y como los conocemos se inventaron en el siglo XIX. Fue con fines terapéuticos tras una saturación en las consultas de los especialistas por los masajes aplicados sobre las pacientes para curar la llamada “histeria femenina”. Y, por si quedaba duda, la vibración en un primer momento, según las notas de la época, se lograba con baterías, incluso a pedales, hasta que apareció el que funcionaba con corriente.

Retomando el tema del PSAS, y partiendo de la base de que esta vez la ayuda de juguetes sexuales no sirve por sí sola para hacerlo desaparecer, su sintomatología hace que el tratamiento vaya enfocado más al control de la situación que a su eliminación, puesto que, aunque puede presentarse como un episodio aislado de duración indeterminada –desde días a semanas- puede volver a repetirse en alguna ocasión.

Aunque este síndrome, que al parecer fue descubierto en 2001 por la doctora Sandra Leiblum, es difícil de detectar y más aún de contar, ya hay quien ha cogido el toro por los cuernos y se ha lanzado a intentar mejorar la situación de quienes la padecen. Jeannie Allen es quizá la paciente más reconocida, puesto que esta mujer californiana decidió en 2003, cuando ella misma asegura que tan sólo había cinco casos conocidos, fundar la primera asociación dedicada a este síndrome que ella también padece y que algunos facultativos han asegurado que se trata de una suerte de priapismo –erección prolongada y dolorosa- que afecta al clítoris femenino.

Sea como fuere, los expertos que investigan este complejo tema aseguran que la parte psicológica es fundamental para el control de un síndrome que, después de un día, deja agotada a la mujer que lo padece. Y es que, al final los griegos, en este caso Aristóteles y su teoría del mesotes, tenían razón. Todo en su justa media equilibra la balanza a favor de la felicidad. Todo en exceso el malo, incluso la capacidad para sentir placer.

¿Se imaginan tener 250 orgasmos en un solo día? Pues, por raro que parezca, conozco a una mujer a la que le sucede, o al menos eso dice ella y habrá que creerla viendo lo que rodea su caso en concreto. Antes de que se lo planteen, no, no soy yo, y lejos de tener su gracia o resultar placentero, es, según comentan algunas de las pocas mujeres que padecen el llamado PSAS (Persistent Sexual Arousal Síndrome o Síndrome de Excitación Permanente), una verdadera tortura.