Tú sí que sabes vivir, Torreiglesias

Ahora que habíamos empezado a remontar, que hasta Paquirrín había encontrado trabajo, va la televisión pública y manda al paro al señor Torreiglesias. Lo hace, supuestamente, por irregularidades publicitarias cometidas en el espacio que dirige y presenta, Saber Vivir. Para que nos entendamos, que cada vez que Torreiglesias citaba un producto contra la hipertensión o la hiperventizalación, el tipo ponía el cazo. Así que este hombre podría estar a estas horas montado en el dólar gracias a la Asociación de Ancianas Achacosas de Sotillo de la Adrada y el resto de pueblos colindantes, siempre según TVE.

El asunto es realmente otro. Saber Vivir fue líder de audiencia durante muchos años en su franja de emisión y llegó a lograr datos estratosféricos durante sus doce años de periplo por el espectro, superiores incluso al 25% de share. Pero de un tiempo a esta parte el programa está alicaído, enfermo, griposo, y cosecha cifras que a veces no superan el 12%. ¿Tendrá esto algo que ver con la salida de don Manuel? Como plan para expulsar por la face a un funcionario renqueante, lo cierto es que la excusa de la publicidad no suena nada mal.

De todos modos, no es de extrañar que este hombre haya perdido clientela en su ultramarino televisivo de mieditis, porque se ha debido cargar a la mitad de la población anciana de este país con sus apocalípticos sermones durante sus doce primaveras en antena. Así que su público potencial va disminuyendo con el tiempo. La mitad ha muerto y la otra mitad vive acojonada. ¿Saber vivir o saber morir? No está del todo claro.

Suena un réquiem esta mañana de viernes por el alma catódica de Manuel 'publicidad subliminal' Torreiglesias. No así por Saber Vivir, porque a La 1 le va lo rancio, así que seguirán emitiendo un programa a todas luces perjudicial para la salud. Pero sin Torreiglesias. Algo es algo. Porque tiene pinta este hombre de instigador de pandemias. Y también de ser la mar de listo. Esto último supuestamente, claro.

Tú sí que sabes vivir, Manuel, y no las viejecillas que te han llevado a invertir, SUPUESTAMENTE, en bolsa.