Es noticia
Las reinas de España y el virus del protocolo
  1. Televisión
  2. Carta de Ajuste
Nacho Gay

Carta de Ajuste

Por

Las reinas de España y el virus del protocolo

Observo las imágenes en el informativo de Piqueras no sin cierto estupor. Doña Sofía en su puestecito de cuestación el Día de la Banderita. Se acerca

Foto: La reina Doña Sofía y el rey Don Juan Carlos durante el Día de la Banderita (Gtres)
La reina Doña Sofía y el rey Don Juan Carlos durante el Día de la Banderita (Gtres)

Observo las imágenes en el informativo de Piqueras no sin cierto estupor. Doña Sofía en su puestecito de cuestación el Día de la Banderita. Se acerca el rey Don Juan Carlos, su esposo (o eso dicen), y ambos le echan un órdago a la impostura (y ganan) sobre las baldosas del ‘Kilómetro 0’ de la Puerta del Sol.

Él llega al lugar, cojea. Ella se gira, le observa, conmueve automáticamente su gesto, contonea la corona que ya no lleva y saliva cual cachorrito de Pávlov. “Recuerda el ceremonial, cariño. Mira a cámara que estamos en directo. Saluda a Ana Rosa. Saluda a Susanna”. Galletita.

Tras cuatro meses sin aparecer juntos en público –y 20 años yaciendo en lechos sublevados–, Doña Sofía suspira inequívocamente enamorada. La profesionalidad de la Reina en este sentido me hipnotiza. Y supongo que eso es lo que se espera de alguien cuando se le exige cumplir un ‘protocolo’… y no lo que ha hecho Ana Mato.

Pobre ministra. Eso sí, la desgracia de unos siempre implica la gloria de terceros. Por ejemplo, la de las otras dos reinas de España, las de las mañanas.

No sé si han visto el cortometraje dirigido por Sean Penn sobre los atentados del 11-S. Les cuento el final. Cuando se viene abajo el World Trade Center, por primera vez entra luz por la ventana del hogar de un anciano neoyorquino, hasta entonces bajo la sombra de aquellas dos inmensas torres. Un acontecimiento tan macabro como un atentado terrorista provoca, sin embargo, que florezcan de repente las plantas, mustias hasta la fecha, que reposan en el alféizar de su ventana. La moraleja de esta historia ya ha sido anticipada: la desdicha de algunos ilumina siempre a otros.

A Susanna Griso también le han crecido últimamente las plantas. Ha ganado cinco puntos en cuestión de cinco días. Del 16,7% de share del pasado viernes, al 22,4% de este miércoles.

El fiasco de Ana Mato se mira en el espejo (público) de la presentadora. Lo que a una conviene contener, otra lo intenta propagar. ¿El ébola? No, pero casi. Se trata del miedo. Preparada para toda clase de epidemias, Susanna, y también su camarada Ana Rosa (que ha ganado dos puntos estos días), se pasa más de tres horas de directo cada mañana inoculando el virus. Cuestión de protocolo televisivo, respetado siempre a rajatabla, sin margen alguno al posible ‘error humano’.

Y volvemos a la moraleja de este cuento: el infortunio de ciertas ministras implica siempre la gloria de algunas reinas. La clave es siempre la misma: hay que activar el dichoso protocolo. Hay que acojonar al ama de casa, impedir que abandone su vivienda, dejarle claro que lo mejor que puede hacer para evitar el contagio es ver la tele.

Ana Mato estaba viendo a Susanna y Ana Rosa un 11 de septiembre cuando se le secaron las plantas que tiene en el alféizar de su ventana. Ni siquiera se enteró. Recuerden que ella activó un día el protocolo del club de las esposas tontas, esas, como la Infanta, que no saben lo que ocurre en sus casas. Como para saber entonces lo que pasa en los hospitales…

Observo las imágenes en el informativo de Piqueras no sin cierto estupor. Doña Sofía en su puestecito de cuestación el Día de la Banderita. Se acerca el rey Don Juan Carlos, su esposo (o eso dicen), y ambos le echan un órdago a la impostura (y ganan) sobre las baldosas del ‘Kilómetro 0’ de la Puerta del Sol.

Susanna Griso Ana Rosa Quintana Reina Sofía Rey Don Juan Carlos