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'Gaztanunca', Patricia Gaztañaga
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Nacho Gay

Carta de Ajuste

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'Gaztanunca', Patricia Gaztañaga

Es una mujer dotada para encapsular la tragedia y distribuirla sin receta; una aprendiz poco leída del peor Almodóvar; contrabandista del drama que ni Terelu. Y eso es lo que hacía, hasta hace escasas horas, en TVE

Foto: Patricia Gaztañaga en un fotomontaje realizado en Vanitatis
Patricia Gaztañaga en un fotomontaje realizado en Vanitatis

No hay nada como llegar a casa a eso de las siete de la tarde, después de un día para el olvido, y poner la primera de las televisiones públicas para comprobar con alivio que, por muy mal que te vayan las cosas, siempre hay gente a la que la vida le juega peores pasadas que a ti.

¡Para un día que pongo la tele por la tarde y me encuentro con este percal! Porque lo que he escrito arriba es mentira. En las tardes de TVE no hay consuelo posible. Estos cabrones van a por ti, van a hundirte en la miseria. Te machacan con sus contenidos. Me juego el pescuezo a que al menos la mitad de los directivos de la Corporación tienen en sus garajes talleres clandestinos de antidepresivos con los que ganan bastante más de lo que perciben por su penosa gestión de la pública, que por cierto no es moco de pavo.

Pues eso, que son las siete y se emite un emocionante capítulo de 'Cuestión de tiempo'. Aparece en escena la presentadora Patricia Gaz-ta-ña-ga. La recordarán por programas como 'El diario de Patricia' o 'No es programa para viejos'. Bueno, es probable que no la recuerden. No les culpo. Y, por cierto, sí era programa para viejos. Todo lo que ha hecho esta mujer en televisión era para viejos.

Su especialidad siempre han sido los espacios de testimonios. Y yo tengo un testimonio. Que pase, por favor, Arancha, exredactora de aquel gran espacio televisivo llamado 'El diario' que se emitía en Antena 3 cuando esta cadena era la prima tonta de Telecinco. Arancha no quiere que veamos su rostro por miedo a represalias, pero viene a contar que trabajó allíy que tuvo que hacer cosas tan geniales como preguntar por teléfono a la gente que quería acudir al espacio si conservaban o no todas sus piezas dentales. Después elaboraba un informe valorando positivamente la mella, la cual se consideraba otorgaba veracidad a los relatos. Ustedes podrán creer que el testimonio de Arancha es una falacia. Están en su derecho, pues es lo que pasa en todos los 'talk shows'. ¿Por qué el mío iba a ser distinto? También creerán que he pagado a esta tía para que cuente esto en mi columna. Pero, sinceramente se lo digo, Arancha es hoy amiga mía y me lo ha contado gratis. Juro que no la conocía cuando trabajaba en Antena 3. Lo juro.

Como ven, Gaztañaga es una mujer dotada inmejorablemente para encapsular la tragedia y distribuirla sin receta; una aprendiz poco leída del peor Almodóvar; la hija bastarda de Toñi Moreno; una contrabandista del drama que ni Terelu Campos. Y eso es lo que hace también en TVE. Y, sí, le pagamos por ello.

Son las siete y Patricia da paso a un nuevo capítulo de 'Cuestión de tiempo' con dos frases para la historia y de seguida aparece una joven narrando la primera tragedia de la tarde. Fulanita de tal, 23 años. Su padre ha muerto recientemente a causa de una terrible enfermedad, lo que provocó que ella cayese primero en las drogas y después en una dantesca depresión. Entre tanto, sufrió trastornos de la personalidad, episodios de agorafobia, la echaron de casa… La narración cobró tal carrerilla hacia el abismo que por un momento temí, incluso, que aquella pobre mujer terminara su 'speech' asegurando que se estaba haciendo la boca en Vitaldent. Pero no, extrañamente tenía todos los dientes en su sitio. Y después de sufrir todo tipo de perrerías, ¿para qué acudía al programa? Para pedir perdón. Sí, perdón.

En este momento ustedes están pensando que el que escribe este texto es un ser sin sentimientos, sin demasiados escrúpulos. Y sí, están en lo cierto, pero no me cambien de tema. Porque aquí quien tiene que pedir perdón no soy yo, ni mucho menos esa chiquilla, sino la televisión pública, por estos simulacros sanguinarios de necrofilia industrial, la violación más flagrante jamás conocida del archiquebrado horario infantil’. Un horror financiado por todos los españoles.

Y me pregunto por qué, pero sobre todo hasta cuándo. Entonces me pongo en contacto con Rappel, que es un futurólogo de un prestigio acojonante que trabaja en la competencia y cuyas cartas le dijeron hace tan solo unos días que el Real Madrid iba llegar este año muy lejos en la Copa del Rey con Benítez como entrenador. Me echa las cartas y zas, me asegura que Patricia Gaztañaga tiene también un futuro muy prometedor en Televisión Española. Dicho y hecho. Estoy escribiendo el último párrafo de este artículo a las cinco de la tarde de este viernes y en ese instante aparece una nota en la que la cadena anuncia la retirada del programa de marras tras dos semanas dándose de bruces contra los audímetros. Era, atención al chiste, 'cuestión de tiempo'. Pero mucho me temo que nuestra televisión pública va para largo.

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No hay nada como llegar a casa a eso de las siete de la tarde, después de un día para el olvido, y poner la primera de las televisiones públicas para comprobar con alivio que, por muy mal que te vayan las cosas, siempre hay gente a la que la vida le juega peores pasadas que a ti.

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