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Mi padre, el fetichista 'patidifuso'
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María José S. Mayo

La hija del Acomodador

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María José S. Mayo

Mi padre, el fetichista 'patidifuso'

Siempre estuvo allí. En la pared derecha de la que llamaba su guarida, mi padre conservó enmarcada una imagen en la que una bellísima actriz con

Foto: Mi padre, el fetichista 'patidifuso'
Mi padre, el fetichista 'patidifuso'

Siempre estuvo allí. En la pared derecha de la que llamaba su guarida, mi padre conservó enmarcada una imagen en la que una bellísima actriz con peinado estilo cabaret mantenía estirada la pierna para embeleso de un hombre. Con el paso del tiempo descubrí que aquella escena correspondía a la película Cantando bajo la lluvia y la fémina en cuestión no era otra que la recientemente fallecida Cyd Charisse mostrando sus encantos a Gene Kelly. No podía haber mejor homenaje a la que se consideraba propietaria de las piernas más bonitas del Hollywood dorado.

 

Me he acordado de esa fotografía tras ojear uno de los últimos libros de la editorial Taschen, El gran libro de las piernas, del que tan buena cuenta se dio en aquí. En él se hacía un recorrido por algunas de las fotografías que más las resaltaban, pero la mayoría de ellas poco tenían que ver con las encantadoras imágenes de la pudorosa fábrica de sueños de la que me hizo fan mi progenitor. No obstante, sé que a él le encantaría, porque aquí, entre nosotros, les he de confesar que es un apasionado de esa parte de la anatomía femenina. No es que me lo haya dicho, pero hay cosas de las que una chica se da cuenta, aunque el sujeto a examen sea, como en este caso, tu padre, un varón sesentón que ve la vida en blanco y negro.

 

Mi observación del sujeto en cuestión me ha llevado a recopilar unos cuantos momentos llamativos en los que a articulaciones inferiores se refiere. Quizá no es de los más impactantes, pero la aparición de Marilyn Monroe en Con faldas y a lo loco dando movimiento, como si llevara un “motorcito”, a sus piernas con medias con costuras era de lo más sexy. También aquel en el que se guarda una petaca en el liguero, o cuando todas las chicas de la orquesta celebran una fiesta en el tren y en la litera de Jack Lemmon sólo se ven piernas apiladas.

 

Mi padre, por supuesto, se queda totalmente embelesado ante algunas películas de Buñuel (un obsesivo de pies y piernas que, en no sé qué documental, daba gracias al catolicismo por hacerle morboso). La fijación era muy evidente en Ensayo de un crimen, Tristana o Diario de una Camarera, en la que aparecía su adorada Jeanne Moreau, que más que belleza poseía un atractivo aire nostálgico. Y de la mano de otro patidifuso, Truffaut, disfrutó de las piernas de Fanny Ardant, o de las féminas de El amante del amor y otras tantas.

 

Aunque me da en la nariz que no solo eran las piernas lo que más le llamaba la atención de su exuberante anatomía, mi padre quedaba embelesado ante el bailecito que se marcaba Debra Paget en La tumba india, que se vio junto a El tigre de Esnapur no sé cuantas veces –yo no le acompañé aquí: prefería el Fritz Lang de otras épocas-. La actriz las lucía esbeltas y bellamente adornadas en no pocos de los muy sensuales bailes que siempre complementaban, y de qué manera, sus trabajos cinematográficos.

 

Más pequeña, en otro rincón de la guarida, encontré hace un par de años una foto de Ava Gardner con las piernas cruzadas en esa película de Robert Siodmak en la que compartía pantalla con Burt Lancaster. El animal más bello del mundo también las tenía de vértigo adornadas con un precioso vestido negro palabra de honor con un tirante cruzado. Ya la han recordado ¿verdad? La película se llamaba Forajidos (The Killers). También tiene a Lana Turner con su modelito con shorts y turbante en El cartero siempre llama dos veces o, como no, una de la Dietrich, que, aunque los escondiese tantas veces detrás de pantalones, también tenía dos bellos apoyos. La foto en cuestión era aquella en que los lucía con medias de liguero, el fotograma más conocido de El ángel azul –con la que, por cierto, Bertolucci concibió en Soñadores una escena de lo más onanista.

 

Vuelvo a ver con él Cantando bajo la lluvia –lo hago siempre que estoy un poco blue- y debo reconocer que me maravilla ver a Charisse con ese traje verde moviéndose con tanta clase. Sí, debo reconocer que mi padre tiene buen gusto. No se lo digo. Me habla de la fantástica coreografía y de la gran iluminación de la escena. Le sonrío y le digo: “¿Qué te parece si después vemos Con faldas y a lo loco?”.

 

Siempre estuvo allí. En la pared derecha de la que llamaba su guarida, mi padre conservó enmarcada una imagen en la que una bellísima actriz con peinado estilo cabaret mantenía estirada la pierna para embeleso de un hombre. Con el paso del tiempo descubrí que aquella escena correspondía a la película Cantando bajo la lluvia y la fémina en cuestión no era otra que la recientemente fallecida Cyd Charisse mostrando sus encantos a Gene Kelly. No podía haber mejor homenaje a la que se consideraba propietaria de las piernas más bonitas del Hollywood dorado.