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De Angelina y Brad a Juan Carlos y Sofía: la caída del matrimonio perfecto
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César Andrés Baciero

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César Andrés

De Angelina y Brad a Juan Carlos y Sofía: la caída del matrimonio perfecto

Nos hicieron creer que su matrimonio sería eterno o por el contrario simplemente se comportaron como una clásica pareja de Hollywood y nosotros quisimos creer que lo suyo sería para siempre.

Foto: Angelina Jolie y Brad Pitt
Angelina Jolie y Brad Pitt

Nada más conocerse que Angelina Jolie Pitt, a través de su abogada Laura Wasser, había presentado una demanda de divorcio en la Corte Superior de California contra William Bradley Pitt, el público manifestó su desencanto. La historia de amor más mediáticamente estable de Hollywood se había roto. Parece que para siempre. La cantante Adele les dedicó su concierto en Nueva York, la separación de los actores supone, según sus propias palabras, el fin de una era. Adele, siempre desmedida.

Una vez encajado el golpe y hechas todas las bromas sobre la supuesta alegría de Jennifer Anniston (de la que Brad se divorció tras conocer a Agelina en el rodaje de ‘Sr. y Sra. Smith’) comenzaron los rumores sobre los motivos que habían llevado a la norteamericana a poner fin a una docena de años de pasión. Dicen, los que aseguran saber algo sobre el asunto, que Brad le da al canuto, empina el codo y no trata a sus seishijos (tres en común y otros tantos adoptados) como se espera de un padre amantísimo.

Hasta de incidentes entre el actor y el mayor de sus retoños, en el avión privado que compartía la pareja, se ha hablado. Acusado de infiel, se le ha relacionado con su última compañera de reparto, Marion Cotillard, que ha tenido que desmentir su idilio con Brad en Instagram mediante la confesión de su embarazo, cuya autoría reconoce su pareja, Guillaume Canet. Tranquila Jacinta, Marion no parece ser tu Fortunata, sois personajes del 'star system', no de una novela de Galdós.

Los menos implicados se preguntan ¿por qué tanto nervio a flor de piel? ¿Por qué tanta reacción desmedía ante esta ruptura y no ante la de Naomi Watts y Liev Schreiber, confirmada una semana después? La respuesta es sencilla: Angelina y Brad se nos antojaron perfectos. Cuando comenzaron su relación ambos acababan de ser nombrados los bichos vivientes más deseados del celuloide, formaron una familia multicolor, se prestaban como los más solidarios, los más divertidos y los padres más amorosos (merece la pena recordar el vestido de novia de Dolce&Gabbanna lucido por ella cuajado de dibujos de sus hijos). Aparecían los últimos en las alfombras rojas, no tenían que pelear por ganarsela foto de portada… eran los reyes de EEUU. Al otro lado del charco comparan a los Brangelinos con Elizabeth Taylor y Richard Burton (las primeras estrellas en abrir su casa y su corazón a la prensa), en España, con Chenoa y Bisbal.

¿Pero eran perfectos? No necesitaban ni parecerlo, nosotros creíamos que lo eran y con eso nos bastó. Brad y Angelina, desde la distancia, se antojan ahora como los reyes eméritos Juan Carlos y Sofía; separados desde hace tiempo, poco aplicados en disimular sus desavenencias y desmedidos en sus muestras de cariño. Empujados a permanecer el uno al lado del otro por las circunstancias. Una pareja por la Institución, la otra por el estatus. Demasiado obvias sus desavenencias, incluso a ojos de un tonto, pero no ante los de un pueblo que los quería-exigía unidos, enamorados. Desde luego, el impacto de la ruptura de los reyes de Hollywood sólo es comparable con la separación de un par de testas coronadas en Europa. El dolor del desamor sólo es semejante al del descubrimiento del propio engaño.

Nada más conocerse que Angelina Jolie Pitt, a través de su abogada Laura Wasser, había presentado una demanda de divorcio en la Corte Superior de California contra William Bradley Pitt, el público manifestó su desencanto. La historia de amor más mediáticamente estable de Hollywood se había roto. Parece que para siempre. La cantante Adele les dedicó su concierto en Nueva York, la separación de los actores supone, según sus propias palabras, el fin de una era. Adele, siempre desmedida.

Rey Don Juan Carlos