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Gracias, Tita Thyssen, por recordarnos que los ricos también lloran
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César Andrés Baciero

Mucha tele que cortar

Por
César Andrés

Gracias, Tita Thyssen, por recordarnos que los ricos también lloran

Ninguna falta (económica) le hace a la baronesa protagonizar la portada de '¡Hola!'. Pero ella es generosa y comparte su vida con nosotros, simples mortales

Foto: Carmen Cervera. Ilustración realizada por Jate para Vanitatis.
Carmen Cervera. Ilustración realizada por Jate para Vanitatis.

Querida Carmen-Tita-baronesa-baroneTita:

Gracias. Gracias por compartir con nosotros, simples mortales, tu vida. Toda tu existencia. Tus alegrías y tus penas, tus gozos y tus lamentos. Perdóname que te tutee. Gracias, Carmen, no solo por no esconderte de las cámaras como todos esos ricos enemigos de la ostentación mediática que salen en la lista Forbes de los más podridos de dinero, sino por mostrarte de tanto en cuando en la portada de '¡Hola!' y responder a todo reportero que logra saltarse el perímetro de seguridad que te rodea.

Gracias, Tita, por no tener pelos en la lengua y hablar de todos tus maridos y amantes y no como esa folclórica que solo recuerda al torero que le otorgó el título de viuda, ‘viuda de España’, y olvida aquel alcalde que le hizo ‘pagar’ una mirada de amor con la prisión. Recordar a Hans Heinrich von Thyssen-Bornemisza con cariño, obviar a tu segundo marido porque cuando no se tiene nada bueno que decir ¿para qué hablar de un muerto? y compartir el nombre del padre ‘secreto’ de tu hijo Borja y pasearlo de tu brazo como amigo solo demuestra que poco o nada tienes que esconder.

Gracias, Carmen, por no engañarnos y confesarnos que tienes que beber un zumo de limón puro y tomar una cucharadita de miel, caminar y hacer estiramientos para estar tan estupenda como estás y no vendernos la moto de que es todo genética y que te hinchas a hamburguesas con las amigas los viernes por la noche mientras veis una película. La nobleza no está hecha de otra pasta, ni la de cuna ni la arrimada, salvo la filipina.

Gracias, baronesa, por hablar del ‘Mata Mua’ de Gauguin en un medio masivo y reconocer que aunque sea la mejor pieza de tu colección, si lo tienes que vender lo vendes. No solo de Arte vive la coleccionista. Gracias por no esconder tus problemas con el Gobierno Español para mantener tu colección en el Thyssen de Madrid y entrar al trapo en toda farragosa cuestión evitando contestar con esa frase tan de gente que se las quiere dar de importante: “Ese tema lo llevan mis abogados”.

placeholder Una espectacular Carmen Cervera con el barón Thyssen, en los años 90 en Marbella. (Gtres)
Una espectacular Carmen Cervera con el barón Thyssen, en los años 90 en Marbella. (Gtres)

Gracias por enseñarnos todas tus casas, tú que eres tan amante del horror vacui y de la fusión esquizofrénica de estilos y elementos. Gracias por contarnos que tus hijas, Sabina y Carmen, hablan por los codos cuatro idiomas, dan clases de arte, pintura y solfeo, tocan el violonchelo y aporrean el piano porque las estás educando para que un día vuelen libres, como voló Borja al lado de Blanca. Prometes no entrometerte en su camino. Gracias por esta pequeña mentira, ya lo dijo Sara Montiel: “Algo hay que mentir”.

Gracias por habernos hecho partícipes de tus monumentales enfados con el pequeño heredero Borja, por narrarnos en directo los motivos por los cuales no asististe a su boda o por qué un día os habláis y al siguiente no sabes porque no lo ves. Gracias, Tita, por ser Tita. Gracias por no haber perdido la esencia de Cervera al rebautizarte como Thyssen, por seguir conservando algo de esa muchacha catalana que soñaba con ser Miss aunque te hayas nacionalizado suiza y por no haber olvidado toda tu biografía anterior al convertirte en baronesa por obra y gracia del amor maduro. Gracias por no tener reparos en brindar tu nombre a una Casa de Cultura en Los Arcos (Navarra) lo mismo que a un museo lleno de Picassos en Málaga demostrando a todas esas ‘starlettes’ que una nunca debe avergonzarse de su orígenes. Gracias por mantenernos entretenidos, gracias por recordarnos, de Pascuas a Ramos, que los ricos también lloran.

Querida Carmen-Tita-baronesa-baroneTita:

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