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Carmen Martínez-Bordiú merece el título de 'reina de corazones' y no Isabel Preysler
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César Andrés Baciero

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César Andrés

Carmen Martínez-Bordiú merece el título de 'reina de corazones' y no Isabel Preysler

La nieta del dictador ha demostrado en cuarenta años de democracia que ha dado más que hablar que su íntima amiga filipina

Foto: Carmen Martínez-Bordiú e Isabel Preysler.  Viñeta realizada por Jate para Vanitatis.
Carmen Martínez-Bordiú e Isabel Preysler. Viñeta realizada por Jate para Vanitatis.

Carmen Martínez-Bordiú e Isabel Preysler se conocieron cuando ambas eran solteras, pero su amistad se forjó cuando, la primera casada con Alfonso de Borbón y la segunda con Julio Iglesias, vivían en el mismo edificio del centro de Madrid. Se hicieron inseparables durante esos primeros años de la década de los 70. Cuentan que la filipina se iba a casa de la nieta de Francisco Franco (aún vivo aunque dando los últimos coletazos) a llorar las penas de cárcel que son los celos. La una llorada y la otra algo más entretenida que con el marido se iban a pasear el tacón por las calles de la capital. Una vez divorciadas ambas la cosa se enfrió y de ser uña y carne pasaron a ser buenas amigas. Durante estas décadas de ‘separación’, Isabel se ha ganado el apodo de ‘reina de corazones’ por su aparición constante en portadas del papel cuché con permiso de la desaparecida Carmen Ordóñez. ¿Bordiú? ¿No ha hecho méritos en estos cuarenta años de democracia para merecer el título? Los ha hecho. Carmen es, sin duda, la 'reina del colorín'.

placeholder Carmen Martínez-Bordiú e Isabel Preysler en los años 80. (Gtres)
Carmen Martínez-Bordiú e Isabel Preysler en los años 80. (Gtres)

Carmen fue primero la reina de El Pardo, palacio en el que vivía el abuelo dictador, ojo derecho de la ¿primera dama? Carmen Polo, la Collares (por el polvo del favoritismo le viene el lodo de apodo de la Nietísima), fue retratada por Salvador Dalí y se casó de blanco vestida por un retirado Balenciaga con tiara de esmeraldas y para más inri con el duque de Cádiz, nieto de Alfonso XIII. Isabel, sin embargo, se tuvo que conformar, en segundas nupcias, con un marqués (de Griñón, que la llenó de brillantes y olé) sin opción al trono.

Parece inimaginable, ahora, pensar en Carmencita vestida de Margarita Nuez sin escote y sin cambiar de peinado durante cinco o seis décadas, pero hubo una época en la que se llegó a creer que Carmen, por matrimonio, podría haber llegado a ser la reina de España, incluso de Francia (los legitimistas franceses apoyan al duque de Anjou –que es ahora su hijo– como hipotético rey del país vecino). Ya es imaginar.

placeholder Carmen en una imagen de archivo.
Carmen en una imagen de archivo.

Una vez divorciadas de Julito y Alfonso, Isabel, como decía en el párrafo anterior, se fue con el marqués forrado hasta las entradas. Carmen huyó a Francia a construir su mito liberal sobre los cimientos de su imagen de Inés encorsetada. Se casó con Jean Marie Rossi, un anticuario con fama de buen y desprejuiciado amante. Todo lo contrario que Don Juan Tenorio; “yo a las cabañas bajé, yo a los palacios subí, yo a los claustros escalé y en todas partes dejé memoria amarga de mí”.

Divorciadas por segunda vez, Isabel se casó con un ministro socialista, Miguel Boyer, se construyó Villameona, promocionó azulejos, sanitarios y bombones, y siguió mostrando su vida acomodada con el único escándalo de haber protagonizado un programa de televisión de baja audiencia. Carmen siguió saltando de cama en cama a golpe de portada hasta que volvió a España y dio con el campechano José Campos. Carmencita se deshizo del olor a Opium de Yves Saint Laurent y se refugió en el perfume del orujo en Santander. Por esta época ambas casaron a sus hijos, Isabel patrocinada por Pronovias y Carmen de John Galliano para Dior con mantilla y vestido escote corazón con pecho suflé-desinflado que hizo correr más ríos de tinta que todos los vestidos de Isabel Preyler juntos. Mientras Isabel se promocionaba en '¡Hola!', Bordiú lo hacía en ‘Tómbola’ y ‘Dónde estás corazón’.

Viuda Isabel y divorciada Carmen, ambas -retocadas- han rehecho su vida sentimental. La primera con un octogenario premio Nobel, el peruano Mario Vargas Llosa; la segunda con un coach emocional neozelandés 30 años más joven que ella, Timoyhy McKeague, después de que Luis Miguel Rodríguez, el Chatarrero, le quitase el piso que le había puesto en Serrano. Dime tú quién ha dado más que hablar. Dime tú quién se merece el título de ‘reina de corazones’. ¿De quién se leería uno antes una biografía romántica contemporánea? ¿De la continuista Isabel o de la burbujeante Camencita? Carmen se tiene que reír al leer 'Cincuenta sombras de Grey'

Carmen Martínez-Bordiú e Isabel Preysler se conocieron cuando ambas eran solteras, pero su amistad se forjó cuando, la primera casada con Alfonso de Borbón y la segunda con Julio Iglesias, vivían en el mismo edificio del centro de Madrid. Se hicieron inseparables durante esos primeros años de la década de los 70. Cuentan que la filipina se iba a casa de la nieta de Francisco Franco (aún vivo aunque dando los últimos coletazos) a llorar las penas de cárcel que son los celos. La una llorada y la otra algo más entretenida que con el marido se iban a pasear el tacón por las calles de la capital. Una vez divorciadas ambas la cosa se enfrió y de ser uña y carne pasaron a ser buenas amigas. Durante estas décadas de ‘separación’, Isabel se ha ganado el apodo de ‘reina de corazones’ por su aparición constante en portadas del papel cuché con permiso de la desaparecida Carmen Ordóñez. ¿Bordiú? ¿No ha hecho méritos en estos cuarenta años de democracia para merecer el título? Los ha hecho. Carmen es, sin duda, la 'reina del colorín'.

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