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Muchos le creían hundido: Jorge Javier Vázquez más fuerte que nunca
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César Andrés Baciero

Mucha tele que cortar

Por
César Andrés

Muchos le creían hundido: Jorge Javier Vázquez más fuerte que nunca

En una entrevista a la revista 'Lecturas' el presentador ha confesado haber pasado un proceso depresivo. Hoy está superado

Foto: Jorge Javier Vázquez. Viñeta de Jate para Vanitatis
Jorge Javier Vázquez. Viñeta de Jate para Vanitatis

A Jorge Javier Vázquez da gusto leerlo. Y no solo cuando escribe. Pocas cosas más placenteras que descubrir a un tímido con colosales dotes para la comunicación a través de una entrevista. El presentador estrella de Telecinco ha dedicado unas palabras a su revista de cabecera, ‘Lecturas’, para narrar que estuvo “hundido y muy triste”. Habla a toro pasado –con el ‘perdón por la expresión’ de todos los que somos antitaurinos concedido-, sin concesiones al drama ni al regusto sombrío e inconsciente que deja en uno la sombra del pozo.

Todo comenzó hace cinco años cuando terminó de escribir su primera novela, ‘La vida iba en serio’. Y tanto que si lo va. Tomó conciencia de que estaba en la cima, no atisbó ningún reto en el firmamento y cayó al suelo. Se lo decía hace poco Carmen Martínez-Bordiú en ‘Sábado Deluxe’: en la vida hay montañas y valles. Para dormir –y encima mal– tomaba media pastilla de orfidal. El miedo a perder la memoria por culpa del fármaco le invitó a dejar aparcado el químico. Para que luego digan, no sé dónde lo leí, que siempre hay que llevar una pirula de orfidal en el bolso porque si no acaba con los problemas, al menos los apacigua. Cuídense de la automedicación. Lo dicen las autoridades sanitarias y el sentido común.

Rechazó la ayuda de un psicólogo porque, veterano en la consulta de alguno, pensaba que ninguno iba a hallar el milagro de su sanación. Se planteó la regresión pero no la practicó. No lloró ni llegó a sentirse desgraciado pero sí incomprendido. “Pero tú ¿de qué te puedes quejar? Si te va muy bien en el trabajo, te va bien económicamente, tienes pareja…”, le decían algunos al verle lucir y no saben, pobres, la envidia que ellas le causan a él, María de la O.

placeholder Jorge Javier Vázquez.
Jorge Javier Vázquez.

Consciente de que si verbalizaba su tristeza le iban a tildar de ‘pobre niña rica’, callaba. Hasta que su novio, Pedro, le espetó: siempre estás cansado. Las alarmas interiores latentes atronaron en su cabeza. Muy generosamente no culpa a la sobreexposición (a las críticas, la sombra de los fans de 'Gran Hermano' es alargada) de su malestar. Probablemente lo hizo en su momento y por eso tomó la decisión de dejar de presentar ‘Sálvame’ durante un tiempo. Un descanso que le sirvió para aprender que no está en edad de alejarse del calor, a veces más fuerte y otras más tenue, que facilita el foco que tampoco otorga la felicidad. También aprendió que la vida laboral debe estar compensada con la personal. Durante años de la existencia de la última se había olvidado. A lo largo de este periodo gris la dedicó a hacer ejercicio y descansar.

Acudió a una clínica y ahí le detectaron un desequilibrio hormonal que le provocaba esa sensación de inestabilidad. Hoy en tratamiento a base de suplementos vitamínicos ve desaparecer los nubarrones negros que le impedían dormir y le obsesionaron con la muerte. En plató a Jorge Javier no se le ha notado un atisbo de este proceso depresivo por el que estaba pasando. Mientras algunas se pelean por el título de ‘reina de las mañanas’, Jorge Javier revalida su título de ‘rey de la tele’. En todas las franjas horarias.

A Jorge Javier Vázquez da gusto leerlo. Y no solo cuando escribe. Pocas cosas más placenteras que descubrir a un tímido con colosales dotes para la comunicación a través de una entrevista. El presentador estrella de Telecinco ha dedicado unas palabras a su revista de cabecera, ‘Lecturas’, para narrar que estuvo “hundido y muy triste”. Habla a toro pasado –con el ‘perdón por la expresión’ de todos los que somos antitaurinos concedido-, sin concesiones al drama ni al regusto sombrío e inconsciente que deja en uno la sombra del pozo.

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