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Los Gastrogatos

El Bohío: la auténtica esencia de Pepe Rodríguez

Mucho más que un Masterchef, ante todo un cocinero. Así es Pepe Rodríguez, el mediático juez del concurso y excelso chef de El Bohío, su restaurante de Illescas

Pepe Rodríguez, mediático y, ante todo, cocinero

Apenasestá iluminado el centro del plató;en el resto del estudio reina el silencio, la humedad y la oscuridad. Pocos invitados a ver el rodaje.Casi penumbra, y un guion y unos actores que poco se parecen a lo que luego percibiremos en nuestra caja tonta.

-El gaspachuelo menchego, dice Eva, y a repetir la escena.

Concentración. Inspiración, Relajación.

-Lo gazpachelo de La Mancha…¡joder, me he vuelto a equivocar! A ver si ahora…

-Los manchados gazpachuelos… ¡¡¡es que me hacéis decir unas cosas!!!…

Por fin, la frase sale de corridoy Pepe, el gran Pepe, puede seguir con el guion. Falta tiempo aún para que aparezcan los primeros concursantes. La introducción de lo que para el espectador son minutos lleva mucho tiempo de grabacióny, más aún, de montaje posterior.

No son actores. Están envarados, tensos, la naturalidad ante la cámara vendrá después, con muchos programas de la primera temporaday las temporadas posteriores. Son cocineros. Hoy cocineros famosos, pero delante va Cocineros, con mayúsculas.

Antes, mucho antes de las cámaras, de estar en los hogares, de hacer tanto bien a la cocina, del interés del público por las recetas, preparaciones, fondos ypor una profesión que se ha prestigiado de forma exponencial de 'MasterChef' a esta parte (con el singular permiso de nuestro mejor embajador, don Ferrán Adrià), nuestro protagonista no era muy distinto a quien hoy es. Ha cambiado la circunstancia, no el fondo de la persona.

Pepe Rodríguez Rey es llano, callado, tímido, de esas personas que sobresalen por no querer sobresalir. Un hombre de introspección y reflexión. Un cocinero como la copa de un pino. La expansión, la salsa y la soltura que vemos en cámara son más propias del otro gran pilar de su casa madre, El Bohío, su hermano Diego. Este sídicharachero, actor, un hombre con el humor por delante y con la sonrisa y la apuesta por su restaurante como bandera de su hacer (además de su Atleti).

Hoy dejamos atrás las cámaras, el bullicio, la fama y viajamos a Illescas, al restaurante El Bohío, centro neurálgico y operativo de estos dos hermanos y donde se demuestra su hacer y su quehacer. Son muchos años y muchas las visitas de este gato a ese mesón castellano de pro, donde el lujo convive con la naturalidad, las raíces de la cocina manchega con su visión más renovada, la tradición con la trasgresión. Y el buen gusto que lo envuelve todo.

Y, por encima de todo, sabor

Atrás han quedado los años donde un solo comedor de dudosa decoración (es lo que habíay con eso había que subsistir) era el monoescenario de lo que allí pasaba. Lo importante, que pasabay mucho. Sentarse en aquellas mesas, tirar de una carta de vinos excepcional en lo local y ambiciosa y bien resuelta en lo complementario, y dejarse llevar por la cocina de Pepe y la atención de Diego justificaba sobradamente el desplazamiento, en aquel entonces sin reserva.

Pero no nos quedemos en la nostalgia de los inicios. Les animamos desde estas líneas a que acudan hoy, vivan los renovados comedores, disfruten del piso superior o de uno de los excepcionales reservados (ojo al de la bodega, donde tendrán ante la vista un paisaje vinícola único) y gocenla cocina de Pepe. Pepe cocinero, mucho más que Pepe Masterchef. Y Pepe Masterchef porque antes ya era un gran cocinero.

Déjense apabullar por una batería de pequeños 'snacks' que llegan en avalancha de un solo bocado. ¿La diferencia? Sabrosos y no solo efectistas, como tantos otros. Como por ejemplo las lentejas con butifarra (de un mordisco), el cremoso de queso con tomate y aceituna, el bombón de escabeche de perdiz (¡qué manjar!)o el mágico pisto manchego hecho en brasas. Probarán ocho o diez bocados ricos de verdad.

Pero lo serio llega después, en forma de un morteruelo de pichón y 'foie gras', o de la sopa de ajo negro con bacalao. Si a estas alturas no se están preguntando qué esta pasando en un mesón de Illescas…

Langostinos, manzana, sopa especiada. El km cero no es obligatorioy el resultado es magnífico para la poca sapidez del langostino (no se me echen encima, pero al lado de un carabinero o una gamba roja…).

Si había un plato difícil de superar, o al menos difícil de quitar de carta, era la ropavieja y el caldo del cocido. El lance viene con la pringádel cocido, empanadilla de verduras y su caldo, y sale airoso, aunque este gato es devoto de aquella ropavieja.

El guiso de atún con pata de ternera y piparras es un equilibrio con una melosidad y gustosidad de significativa percepción. Y el caldo rancio de verduras y espinacas con panceta y nabo es un plato profundo y reconfortante. Rico.

Corte con los guisantes, habas y trigueros en un caldo untuoso de jamón. ¿Untuoso? ¡Gúlico! ¡Rebañarán con el dedo!

La calma llega con un plato canónico, donde hacen falta muchas horas de vuelo para ejecutar lo sublime y no conformarse con lo pretérito. El pichón asado acompañado con un agridulce de tubérculos. Silencio y meditación.

Es una ineludible tradición, para gente ejercitada en esto del comer, pedir una tapa de unos de los mejores callos que se cocinan en la piel de toro como primer prepostre. El esfuerzo les garantizo merece la penay hace más reconfortantes los postres que a continuación llegarán. Y se lo dice un no goloso…

Acudan, coño, acudan. Que esto es un cocinero mucho más que Masterchef.

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Pepe Rodríguez