La princesa Letizia tiene la sartén por el mango

El verano ha sido muy complicado para los Príncipes de Asturias y el otoño aparentemente no va a ser mejor. No sólo porque termina el periodo de instrucción del ‘caso Noos’, en el que el juez Castro imputó a Iñaki Urdangarin y por el que el fiscal solicitará la pena que considere, sino porque las presiones sobre la nuera real van a ser continuas. Y dado el peculiar carácter de “su alteza” –que un día todo le parece bien, al día siguiente mal, al otro regular y otra vez al principio– esos comentarios sobre su vida laboral de 20 horas semanales los toma francamente mal. Y parece además que no tiene intención de cambiar. De ahí los desencuentros con su marido, que no son afectivos sino de índole estructural. Mejor dicho de agenda laboral.

El heredero –como el resto de españoles– considera que el trabajo de príncipes de España no tiene horarios, sobre todo porque las ventajas sobre las obligaciones son infinitas. Esto parece no entenderlo la experiodista, que ya en TVE marcaba sus derechos de convenio. Si había que trabajar más horas o en fin de semana, se pasaban como extras o como doble libranza por cada domingo trabajado. La princesa ha querido extrapolar esta manera de funcionar a su condición de futura reina y es ahí cuando se producen los desencuentros con su marido.

La princesa se considera funcionaria y, por lo tanto, mantiene ese sentimiento de no “echar más horas que las necesarias”. Pero esa percepción no es entendible; de ahí las críticas hacia su manera de actuar. Doña Letizia sabe que tiene la sartén por el mango y que cada escándalo en la Primera Familia repercute en la imagen de la Institución, tanto dentro como fuera de España. Por lo tanto, que le dejen tranquila, que ella cumple lo que tiene que cumplir y que si aparentemente en la Casa cada uno va por su lado, que no le culpen a ella, porque, al fin y al cabo, es la nueva.