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Por qué los haters atacan con más ahínco a las mujeres
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Marita Alonso

En la cama con Marita

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Por qué los haters atacan con más ahínco a las mujeres

Si eres mujer y escribes en internet o tienes una red social, seguro que te han llamado 'becaria', 'puta' o 'feminazi'. A mí, que soy muy afortunada, ya me lo han llamado todo

Foto: ¿Te han llamado puta, gorda, fea o feminazi en tus redes sociales?
¿Te han llamado puta, gorda, fea o feminazi en tus redes sociales?

Siempre me ha inquietado el comportamiento del que insulta a través de las redes o en los comentarios de un artículo. Supongo que no concibo el tener que perder tiempo en crear un usuario para insultar o esforzarte en buscar al redactor al que tienes tan magna necesitad de insultar en sus propias redes sociales para mandarle un mensajito de odio personalizado. El odio versión premium, vamos. Este suceso se multiplica cuando el autor del texto, por cierto, es mujer, fíjense ustedes qué casualidad.

Si un hater me está leyendo, le pido encarecidamente que cambie los términos que utiliza. Que te insulten diariamente cansa, pero que lo hagan sin una terminología variada -o con faltas de ortografía- es mucho más cansino. Cuando eres mujer, tres son los términos ganadores.

  • Becaria. Si no te han llamado becaria siendo periodista en medios digitales, no existes o trabajas en un medio que tiene los comentarios bloqueados. Este es el término con el que el usuario en cuestión te quiere hacer ver -porque él te ha de abrir los ojos y la mente para empaparte así de su inmensa sabiduría- que tu texto es pobre, que no te has documentado lo suficiente y que se va a encargar personalmente de que te queden dos telediarios en el medio en el que escribes. A no ser, claro, que te acuestes con el jefe, porque eso será lo siguiente que te dirán: que te tiras a alguien para estar en ese puesto, porque es por todos sabido que tener una vagina es en el mundo laboral el equivalente a tener un máster y dominar cinco idiomas. Si así es, queridos míos, ¿por qué es tan fácil trabajar gracias a tu vagina y por qué luego terminas cobrando la mitad que los que no la tienen? ¿Acaso la vagina es penada con IVA extra? Pueden explicármelo en los comentarios, si quieren, porque soy tan tontit… Es que soy becaria y todavía he de aprender y leer muchas cosas.
  • Puta. Un clásico que nunca muere. Escribir 'puta' parece ser tan necesario para el hater como respirar u odiar profundamente, que precisamente son las dos actividades que ocupan el 98% del tiempo y de su pobre existencia. A mí me lo han llamado tantas veces por redes sociales y en los comentarios de mis artículos -en los que hablan de sexo y feminismo, porque cuando hablo de maquillaje o de fitness, los señoritos parecen no sentirse ofendidos-. Supongo que me dejan, oh gracias, complacientes dioses, escribir sobre 'cosas de chicas', que he tenido que adoptarlo como nombre de pila. Es que soy tan tontit… Jolines, lo siento, pero recordad que soy becaria. Y puta.
  • Feminazi. Qué delicia, señores. El uso de este oxímoron es una jugada maestra que perfila al que lo escribe como un machista de campeonato. Los que intentan acusarte de feminista radical -qué pesadas estamos con eso de querer igualdad, ¿eh?-. Molábamos más cuando dejábamos que nos toquetearan en los bares y en el metro sin rechistar, ¿verdad? Pues sorry, señores. S-O-R-R-Y. ¿O era zorri? Ah no, lo que me llaman en el segundo punto es puta, no zorra. Discupen. Es que soy tontit… Soy becaria, puta y feminazi. Ahora sí que tengo el pack completo del troll.

En realidad, el pack completo puede aderezarse con distintas especias. 'Gorda', 'fea', 'frígida', 'escuálida'… La lista de condimentos es interminable y la mayoría suelen aludir al físico o al sexo. Curiosamente, estas lindezas se repiten cuando un hombre flirtea contigo y cuando le haces saber, no sin cierto pavor a su reacción, que no estás interesada ¡Boom! ¡Zas! De ser preciosa pasas a ser la mujer más horrible del mundo, la más gorda, la más repugnante. Así que recapitulemos: si eres mujer y escribes en un medio online, los troles te llamarán 'becaria', 'puta' y 'feminazi', y si ese día se han levantado especialmente creativos, sumarán a esta traca de maravillas 'gorda' y 'fea'. Pero ¡cuán delicioso salmorejo de palabras bellas, señores!

'The Guardian' descubrió al analizar los comentarios del periódico a lo largo de cinco años que las mujeres recibían comentarios mucho más duros que los periodistas masculinos. Por si fuera poco, señaló que se respeta a las periodistas cuando hablan de “crucigramas, cricket, carreras de caballos y jazz” -si un día me ven hablar de cricket o de crucigramas, les ruego avisen a mi familia de que alguien me ha suplantado la identidad-, mientras que los comentarios suben de tono cuando las periodistas escriben sobre feminismo o sexo y si escriben sobre deportes y tecnología. Este comportamiento es tan machista que no habría ni que comentarlo, pero lo que queda claro es que los haters quieren comunicar a las mujeres de esta forma que pueden hablar de macramé o de cupcakes públicamente, pero que no han de meterse en temas tradicionalmente dominados por los hombres ni tratar la desigualdad de género.

La pregunta final es si es adecuado o no alimentar al hater al responderle y hacerle caso. La humorista Sarah Silverman respondió hacer un par de semanas a un troll que la llamó zorra -porque en realidad, a la hora de insultar, puta y zorra son intercambiables- en Twitter, y al dialogar con él acerca de su comportamiento, descubrió que era un hombre que había sufrido abusos e hizo un llamamiento a sus followers para ayudarlo. Yo misma he hablado con alguno de mis detractores y he terminado por descubrir que se trataba de hombres con problemas, que finalmente se disculparon por sus insultos, pero ¿es esa una excusa suficiente para atacar? ¿Hemos de justificar al que insulta? En mi opinión, no. Y si alguien se toma la molestia de crearse un usuario para insultar, definitivamente, creo que tiene un problema. Queridos haters, si van a insultarme, que sé que cuando me dirijo a ustedes se me envalentonan, hagan el favor de llamarme cosas nuevas. El que me sorprenda se llevará una vajilla de porcelana que, no se preocupen, ustedes solo utilizarán para comer, pues ya sé yo que ustedes no friegan porque son auténticos hombretones.

placeholder Portada de 'Antimanual de autodestrucción amorosa' (Editorial Aguilar)
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'Antimanual de autodestrucción amorosa' (ed. Aguilar) es el primer libro que publica la periodista Marita Alonso, quien se ha convertido en nuestra consultora semanal en cosas de amor, desamor, sexo y otras dichas y desdichas. Plantéale tus preguntas e intentará darles respuesta.

Siempre me ha inquietado el comportamiento del que insulta a través de las redes o en los comentarios de un artículo. Supongo que no concibo el tener que perder tiempo en crear un usuario para insultar o esforzarte en buscar al redactor al que tienes tan magna necesitad de insultar en sus propias redes sociales para mandarle un mensajito de odio personalizado. El odio versión premium, vamos. Este suceso se multiplica cuando el autor del texto, por cierto, es mujer, fíjense ustedes qué casualidad.

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