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Costa Amalfitana, un paraíso entre acantilados
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Daniel Camiroaga

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Daniel Camiroaga

Costa Amalfitana, un paraíso entre acantilados

Uno de los escenarios más impactantes, un paisaje de acantilados verticales, agrestes y afilados que ofrecen espectaculares vistas bajo una luz intensa y nítida que resalta

Foto: Fotos: M. E. Salcedo
Fotos: M. E. Salcedo

Uno de los escenarios más impactantes, un paisaje de acantilados verticales, agrestes y afilados que ofrecen espectaculares vistas bajo una luz intensa y nítida que resalta el color blanco de los pueblos que cuelgan enterrazas imposibles sobre el Mar Tirreno. El Mediterráneo más intenso, en estado puro. Aparecen como colmenas apretadas entre las oquedades donde se aprietan unas contra otras, pequeñas casas y majestuosas iglesias junto al verde de los olivos y el amarillo de los limoneros, entre estrechos pero cuidados senderos que conectan monasterios y pueblos sobre el mar.

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Desde Positano a Praiano, el Sendero de los Diosestranscurre entre desfiladeros de vértigoe inigualables vistas sobre algunos de los pueblos más bonitos de Europa. La panorámica desde el punto de Capo d'Orso no tiene precio.Decía el poeta que Positano es un sueño del que no adquieres realidad hasta que lo has dejado atrás. Es un pueblo enclavado en la ladera como un antiguo teatro, donde destaca la cúpula de cerámica de la fastuosa iglesia de Santa María Assunta(XIII), su altar adornado con íconos bizantinos y la sorprendente virgen negra con el niño. Paseando por sus callejuelas descubres pequeñas boutiques de estilo impecable. Casas encaladas en blanco, otras de tonos pastel, más antiguas, y los rosas vivos de las buganvillas.

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En Amalfi, las casas blancas salpican el acantilado. Pasea por sus calles estrechas, detente en sus pequeñas plazoletas y recorre las escalinatas que suben y bajan en todo el pueblo. Un café a los pies de las escaleras del Duomo, la fabulosa Catedral de San Andrés, cuya fachada policromada destaca en la plaza Mayor. Parada obligatoria en lapasticceria Andrea Pansa, en la plaza de Amalfi desde 1830. El Hotel Convento de Amalfi, un antiguo monasterio del XII, aislado en la montaña. Amalfi, antigua potencia, promulgó el primer Derecho Marítimo adoptado por todo el Mediterráneo.

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Ravelloestá más cerca del cielo que del mar, agudiza el sentido de la vista, que se prolonga y difumina en el horizonte. Un pasado boyantele regaló amplias plazas y los espléndidos jardines de Villa Cimbrone y Villa Rufolo, de influencia árabe y 'musa' inspiradora de Wagner y Parsifal.

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Las ruinas de Pompeyay Capri, la isla más chic del Mediterráneo, que se alza en el mar a pocos kilómetros de la costa.

Qué llevarte

Botellas de Limoncello, el licor nacional, que se puede adquirir en cualquiera de las tiendas que encontrarás paseando por la zona. Chocolate en Pansa y cerámica de roca volcánica en el taller de Carro o en la tienda de Cerámica Casole, ambos en Positano.

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Dónde comer

En Amalfi, Santa Croce, un pequeño restaurante en una diminuta y escondida cala a la que solo se puede acceder en un pequeño bote de color azul.

En Atrani, a la salida del pueblo y sobre un acantilado, la Tratoria Zacaría, una casa de comidasdonde hacen muy buena pasta. En A’Paranza, excelente rodaballo.

En Ravelo, come en Il Flauto di Pan, el restaurante de Villa Cimbrone, se abastecen de lo que crece en sus jardines. El Hotel Caruso, deliciosa cocina tradicional en un marco excepcional.

En Cetara, un precioso y pequeño pueblo de pescadores, el restaurante San Pietro, buenísimos espagueti con cebolla y esencia de anchoas, sublime!

Dónde dormir

En Ravelo: Hotel Caruso, preciosas vistas, bonitos jardines, piscinas, spay una decoración clásica de valiosas obras de arte.

En Positano: La Rosa de Iventi, magnífico hotelito sobre el mar azul, habitaciones sencillas, pero con unas vistas que quedan grabadas siempre en la memoria.

Uno de los escenarios más impactantes, un paisaje de acantilados verticales, agrestes y afilados que ofrecen espectaculares vistas bajo una luz intensa y nítida que resalta el color blanco de los pueblos que cuelgan enterrazas imposibles sobre el Mar Tirreno. El Mediterráneo más intenso, en estado puro. Aparecen como colmenas apretadas entre las oquedades donde se aprietan unas contra otras, pequeñas casas y majestuosas iglesias junto al verde de los olivos y el amarillo de los limoneros, entre estrechos pero cuidados senderos que conectan monasterios y pueblos sobre el mar.

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