En la cama con Marita
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Razones por las que acostarte con tu ex no es nunca una buena idea
Acabar en la cama con alguien que ya conoces, a pesar de todas las razones que llevaron a vuestra ruptura, parece la vía fácil. En realidad es un mar de complicaciones
A -casi- todas nos ha pasado. Salimos de una relación tormentosa y sin saber cómo, terminamos en la cama con nuestro recién llamado ex. Expareja o exrollo, he de aclarar, porque remover las cenizas del pasado es igual de peligroso en ambos casos cuando has sido tú la que ha terminado vapuleada. Durante unos ilusorios instantes, tras tropezar en la piedra que previamente nos magulló para abrazarla en ropa interior –quién nos iba a decir que la mineralogía era tan atractiva–, creemos que no ha sido TAN mala idea. Al fin y al cabo, el sexo nunca fue el problema de vuestra relación, ¿verdad? Pero la vida nunca es tan fácil. No pasa nada por volver a acostarte con el hombre al que quisiste… Si ya no lo quieres. Y especialmente, si la ruptura no es reciente. Pero si hace poco que te has lanzado a la piscina de la soltería, esa que no siempre tiene agua –y que de tenerla, puede estar cargada de cloro–, reencontrarte con tu pasado con las sábanas como escenario no es tan sencillo como parece.
Para saber si realmente no te afecta, fíjate en la forma en la que reaccionas después. Si sientes la imperiosa necesidad de proponerle hacer algo más allá del dormitorio –una feliz idea que puede no surgir tras la primera recaída, porque el mundo del desamor tiene retorcidas formas de no hacerte ver de primeras que estás hundida en sus redes–, definitivamente no ha sido una buena idea. ¿Por qué? Porque estás intentando reconstruir la relación previa, esa que, como dictamina el hecho de que ya no estéis juntos, no va a retomarse.
El sexo no es solo sexo en algunas ocasiones, por mucho que se lo repitamos a nuestros amigos cuando nos echan en cara haber recaído con ese hombre por el que tanto has llorado. Tendemos a pensar que ha sido una reacción meramente sexual cuando, en muchas ocasiones, no lo es. Corremos el riesgo de pasar meses viendo a nuestro ex en un contexto meramente hedonista cuando en el fondo queremos algo más, y esta situación hará que no consigamos olvidarle y que no consigamos rehacer nuestra vida.
Con rehacer nuestra vida no me refiero a encontrar otro hombre, porque no soy partidaria de hacer una suerte de Ciempiés Humano Sentimental, es decir, de concatenar relaciones. Y la clave para ser feliz, por mucho que Carrie Bradshaw y Hollywood así nos lo hayan hecho ver, no es tener un hombre al lado.
Yo soy la reina del 'consejitos vendo que para mí no tengo', pues tiendo a recaer no en el acto de acostarme con mis ex, sino en algo infinitamente peor: acostarme con esos hombres con los que quise tener algo cuando ellos jamás quisieron. Porque la imposibilidad es un imán para los corazones más aventureros y el mío no es Jesús Calleja, sino un miembro de Jackass.
Si bien es cierto que acostarte con alguien con el que funcionabas sexualmente es realmente placentero, has de tener cuidado de no estar creando de nuevo la burbuja de irrealidad de la que saliste. Esa en la que, pese a ser consciente de carecer de vínculos emocionales reales, te sumes escudada en la creencia de que quizás, un día, él se de cuenta de que estáis hechos el uno para el otro.
Con lo complicado que es huir de relaciones tóxicas, lo mejor es no recaer en estas aunque sea durante una única noche. Porque esa noche terminará por reaparecer en tu mente a modo de flashback y boicoteará tu recuperación sentimental.
Dicen que hay millones de peces en el mar, así que hazme caso: no repesques al pez que nunca funcionó en tu cocina, porque terminarás por coger fobia al océano.
'Antimanual de autodestrucción amorosa' (ed. Aguilar) es el primer libro que publica la periodista Marita Alonso, quien se ha convertido en nuestra consultora semanal en cosas de amor, desamor, sexo y otras dichas y desdichas. Plantéale tus preguntas e intentará darles respuesta.
A -casi- todas nos ha pasado. Salimos de una relación tormentosa y sin saber cómo, terminamos en la cama con nuestro recién llamado ex. Expareja o exrollo, he de aclarar, porque remover las cenizas del pasado es igual de peligroso en ambos casos cuando has sido tú la que ha terminado vapuleada. Durante unos ilusorios instantes, tras tropezar en la piedra que previamente nos magulló para abrazarla en ropa interior –quién nos iba a decir que la mineralogía era tan atractiva–, creemos que no ha sido TAN mala idea. Al fin y al cabo, el sexo nunca fue el problema de vuestra relación, ¿verdad? Pero la vida nunca es tan fácil. No pasa nada por volver a acostarte con el hombre al que quisiste… Si ya no lo quieres. Y especialmente, si la ruptura no es reciente. Pero si hace poco que te has lanzado a la piscina de la soltería, esa que no siempre tiene agua –y que de tenerla, puede estar cargada de cloro–, reencontrarte con tu pasado con las sábanas como escenario no es tan sencillo como parece.